¡La vivienda es un derecho, no un lujo!
Boston se está convirtiendo en una ciudad para unos pocos. Vamos a recuperarla. Yo propongo:
- Construir viviendas asequibles lideradas por la comunidad en terrenos públicos—impulsadas por residentes, organizaciones locales y actores comunitarios.
- Proponer una ordenanza para establecer la estabilización de alquileres y poner fin a los aumentos depredadores.
- Gravar los bienes raíces de lujo para dar vivienda a personas trabajadoras, no para enriquecer a los desarrolladores.
- Hacer cumplir las normas ADA y exigir un diseño inclusivo para que nadie quede excluido.
- Garantizar a los inquilinos el derecho a comprar sus edificios antes que los inversionistas.
- Crear incentivos fiscales para viviendas para trabajadores, con el objetivo de alcanzar las 36,000 unidades de vivienda asequible para 2030.
- Reformar el proceso del Artículo 80—La planificación en Boston ha estado guiada por excepciones, no por visión. Apoyo completar la transición fuera de la BPDA y construir un departamento de planificación moderno y responsable bajo supervisión del Ayuntamiento. No más rezonificaciones puntuales ni acuerdos especiales, solo desarrollo transparente y liderado por la comunidad basado en un verdadero plan para toda la ciudad. Sé que Boston puede lograrlo; soy urbanista de profesión y el organizador comunitario que impulsó la Ley de Preservación Comunitaria.

¡Salario mínimo de $25, ahora!
No puedes pagar el alquiler de 2025 con el salario de 2015. Yo propongo:
- Impulsar que el salario mínimo en Boston suba a $25/hora. Si trabajas, mereces prosperar.
- Utilizar contratos y poder adquisitivo de la ciudad para elevar el salario base en todos los sectores.
- Exigir que la ciudad deje de subsidiar la pobreza. No necesitamos permiso para liderar—necesitamos voluntad.

Financiar el futuro
No pongamos el peso en la gente.
Progreso sin presionar a las familias trabajadoras. Yo propongo:
- Usar la calificación crediticia AAA de Boston para invertir en escuelas, empleos y comida, no solo en balances financieros. Actualmente, Boston limita el servicio de deuda al 7% de los fondos generales, una política de los años 80 que no refleja el costo de las ciudades actuales.
- Atraer capital que construya—no que explote. Elevar el límite de manera responsable liberaría entre $300 y $400 millones en capacidad de endeudamiento anual.
- Hacer que los desarrolladores multimillonarios paguen lo que deben.
- Gobernar como si realmente creyéramos en la infraestructura pública—no en la austeridad.

Invertir en la juventud, creer en la comunidad
No necesitamos salvadores. Necesitamos tener voz y voto. Yo propongo:
- Establecer un consejo asesor en todo el distrito compuesto por personas reales: de cada calle, cada edad, cada origen.
- Reintroducir la educación cívica y ampliar las pasantías financiadas por la ciudad—porque empoderar a la próxima generación comienza con la oportunidad. Me comprometo a conectar a los jóvenes de nuestro distrito con experiencias significativas que los preparen para liderar y generar un cambio real.
- Revivir el Programa Redshirt: conectando a jóvenes con empleos reales en la ciudad y mentores.
- Financiar programas extracurriculares y rutas de liderazgo juvenil.
- La juventud merece más que eslóganes—merece poder en la toma de decisiones.

Justicia climática es justicia comunitaria
Nuestros vecinos respiran el humo del lucro ajeno. Yo propongo:
- Invertir en infraestructura verde y refrigeración urbana en comunidades vulnerables al calor.
- Ampliar el acceso a la energía solar y renovable—empezando por los hogares de bajos ingresos.
- Responsabilizar a los contaminadores. Que paguen por el daño.
- Decir no a los proyectos de lujo que desplazan, contaminan y lavan su imagen a costa del medioambiente.

Las escuelas públicas merecen poder público
Nuestros hijos merecen algo mejor que recortes y promesas rotas. Yo propongo:
- Oponerse a la expansión de escuelas charter y a las intervenciones estatales—sin excepciones.
- Luchar por un comité escolar totalmente electo. Los votantes de Boston ya hablaron—el 78.7% apoyó un comité escolar completamente electo. Esto no es solo una cifra; es un mandato. Es hora de dejar de ignorar la voluntad del pueblo y devolver el poder a nuestras comunidades.
- Financiar las artes, la salud mental y edificios escolares modernos.
- Decir no a proyectos vanidosos como estadios de $200 millones mientras los techos de nuestras escuelas tienen goteras. En cambio, adoptemos la propuesta del Emerald Necklace Conservancy: invertir $28.9 millones en ese proyecto y destinar el resto a reparar nuestras escuelas o comenzar a ahorrar para reconstruir Madison Park.

La dignidad no se negocia
Somos una ciudad santuario—o no somos nada. Yo propongo:
Prohibir toda colaboración de la ciudad con ICE—sin excepciones. Nosotros decidimos. Nosotros construimos. Nosotros ganamos.
Únete